Actualidad Sevilla Fútbol Club

jueves, 29 de enero de 2009

Fin de la huelga, vuelven las gónadas.

Hoy sí, hoy sí que quiero escribir.
No es porque hayamos ganado al Valencia, no es porque seamos semifinalistas de la Copa del Rey (por segunda vez en 3 años), ni es porque sea oportunista y hoy que, por fin, ha sonreído la suerte, me dé por escribir. No. Hoy quiero escribir porque mi equipo le ha echado unos arrestos importantes al partido, porque, incluso sin jugar bien, han hecho lo que tiene que hacer cualquier profesional que lleve la camiseta del Sevilla Fútbol Club: partirse la cara.
Y mira que el partido se puso tremendamente feo al principio, con nerviosismo en las líneas, los jugadores algo desubicados y esa sensación que venimos teniendo últimamente en casa de "malo se le pone el ojo a la yegua". Y peor se puso después cuando, por una desaplicación defensiva de primero de parvulitos de fútbol (demasiadas en tres partidos), nos costó encajar el primer gol, con un cabezazo certero de Carlos Marchena que, curiosamente, celebró más el gol que el propio Joaquín. Muy curioso, sí señor. Fallo garrafal de Squillaci y todo más cuesta arriba de lo que lo dejamos en Mestalla.
La cosa continuaba mal: un centro del campo que no existía, con un Duscher en bajísima forma y Romaric, espeso y entregando demasiados balones. Los centrales estaban nerviosos, les cogían la espalda con facilidad. Mata era un quebradero de cabeza y tanto Silva como Vicente hacían combinaciones con facilidad. De hecho, el Valencia pudo aumentar la distancia en el marcador aun más, pero las espaldas de Fernando Navarro y Escudé aliviaron el problema.
La afición hoy olía a noche grande. Mejor dicho, quería una noche grande de Nervión. Aunque hubo amagos de silbido, se acallaron pronto y se espoleó al equipo lo suficiente para que, el más grande africano que ha pisado el Ramón Sánchez Pizjuán (con el permiso de Biri Biri) con la camiseta del Sevilla, picase una pelota de cabeza y pusiese el empate en el marcador.
A partir de ahí, el Sevilla había despertado oficialmente. El Valencia dio el pasito atrás, y comenzó un acoso a la portería de César. Luis Fabiano, hoy fallón pero trabajador (cada día tiene un mayor compromiso con el equipo) hizo lo que casi nunca hace: fallar un gol de esos que le gustan a los delanteros malos porque es más difícil fallarlo que meterlo. Parecía que hoy no iba a ser nuestro día.
Atacando, acabó el primer tiempo. Tras el descanso, el Valencia, jugando perfectamente con el tiempo con la connivencia total del árbitro (vergonzoso la de minutos que ha perdido César), rompía cualquier amago de espoleo sevillista. Después le pasaría factura.
El Sevilla, sin embargo, no desfallecia. No era bonito, no era agobiante, pero no cesaba de atacar. Jesús Navas, milagrosamente recuperado, hacía uno de esos partidos que demuestran por qué el Sevilla es distinto con él o sin él. Hacía lo que quería con Moretti, y con el que se le pusiese por delante. De hecho, el italiano tendría que haberse ido a los vestuarios antes del final del partido: manos, faltas y bloqueos al palaciego, protestas,.... Hemos pagado con creces el regalo arbitral del gol concedido a Adriano en fuera de juego en Mestalla. Capel, que entró para sustituir a Adriano en la primera parte (veremos qué tiene el brasileño y si puede ir con su selección; esperemos que sí), está recuperando su nivel y eso ayuda al equipo. Jiménez, que desde mi punto de vista tardo una eternidad en sacar a Duscher (incomprensible el gol que tira a las nubes) del campo, metió a Renato, que no había dado un buen nivel jugando de mediocentro (de esto, tendremos que hablar otro día), para darle un puntito más al ataque.
El Sevilla continuaba atacando, pero nada. O nos chocábamos contra el portero, contra la espalda de un defensa o contra nuestra propia incapacidad. Pero se iba a por el partido, se luchaba, se jugaba, se intentaba, había pundonor...
Cuando todo parecía perdido, como en Donestsk, como contra el Schalke 04, o contra el Olimpiakos, un corner. No marcábamos de corner desde que Fede Fazio le hizo un gol al otro equipo de la ciudad (ese que jugaba maravillosamente y que iba a ir a la UEFA, y que había fichado mejor que el Barcelona). Squillaci, redimiéndose de su fallo en el gol ché, empujaba en un barullo de piernas el balón a la derecha de César. Minuto 45. Los valencianistas se acordaban de esos minutos perdidos, esas pseudolesiones cada vez que se tropezaban con un sevillista, esos saques de banda eternos.
Fin del partido, mi Sevilla, nuestro Sevilla Fútbol Club, a Semifinales de la Copa del Rey.
Os puedo asegurar que, aunque no nos hubiésemos clasificado, el tono de mi post sería el mismo. Hoy, los futbolistas, han estado a la altura. Aunque Squillaci no hubiese marcado ese gol, aunque el Valencia estuviese en nuestro lugar.
Hoy también, nosotros, la afición, hemos estado a la altura. No hemos sido oportunistas, es que también nos hacía falta que el equipo nos transmitiese. Y hoy lo ha hecho.

miércoles, 28 de enero de 2009

Blog en huelga.

No, no me he muerto.
No he desaparecido en combate ni este es uno de esos blogs que empiezan con fuerza y acaban rapidito.
Lo único que me pasa es que tengo un cabreo que no puedo con él.
Todavía me dura. No es cuestión de resultados, lo digo una vez más, es cuestión de ACTITUD.
Estoy harto de ver cómo los futbolistas de un equipo con tanta Historia, tanto nombre y una afición como la del Sevilla Fútbol Club, tiran partidos, bajan los brazos o hacen el canelo más horroroso.
Después salen a la palestra a soltar por la boquita, cosa que estaría muy bien si, previamente, hubiesen hablado en el campo, pero el problema es cuando, el que abre la boquita (jugador que me encanta, por cierto) lleva arrastrándose, jugando mal y haciendo el más penoso de los ridículos en los últimos partidos en los que el mister ha tenido a mal ponerlo en el campo.
Veremos a ver si mi estado de cabreo no se prolonga más de lo debido.
Como cantan los Biris ".....hay que ponerle un poco más de huevos".

jueves, 22 de enero de 2009

Cuando la caraja supera a la calidad

Estoy tremendamente jodido. El post va a ser corto, muy corto, porque, aunque hemos sacado un buen resultado de Mestalla, lo que ha hecho hoy el Sevilla Fútbol Club, es para estar muy cabreado.
El planteamiento táctico de Manolo Jiménez simplemente genial. Yo no estoy de acuerdo en que la primera parte del Sevilla haya sido mala. Ha aguantado bien las embestidas de un equipo obligado a atacar, porque es uno de los grandes de España y además jugaba en casa, y no ha pasado excesivas fatiguitas en defensa. Es cierto que el Valencia llegaba bastante, pero también es cierto que hasta el minuto 75 de la segunda parte, el Valencia había tirado una sola vez a puerta, precisamente en el gol de Villa.
Voy a terminar rápido con las cosas buenas que hemos hecho: grandísimo segundo tiempo, adelantando líneas, yendo a por el partido, atacando, con un Capel que ha recuperado su mejor forma, un Luis Fabiano que hoy se ha disfrazado de Kanouté, bajando a recibir balones, subíendolos y distribuyendo juego, un gran Fernando Navarro que ha hecho muy bien la línea a Miguel y Joaquín, pasando los apuros justos ante dos grandísimos futbolistas. Navas cumplió la primera parte; hizo lo que pudo, ya que había sido duda hasta poco antes de empezar el partido. Por último, reseñar el (otra vez) gran partido de Aquivaldo Mosquera, algo menos preciso la primera parte, pero subiendo con desparpajo y estando rápido en el corte en la segunda parte.
Ahí se acaba lo bueno. No se puede salir con la caraja y la falta de concentración con la que salió el Sevilla ante un Valencia, porque te mata. Lo del pase de Adriano es para hacerle un pasillito, es totalmente cierto, pero no es menos cierto que los jugadores llevan abusando de retrasar la pelotita al portero toda la puñetera temporada, y alguna vez tenía que pasar algo así.
Nos rehicimos bien, marcamos el primero con un O'Fabuloso en su mejor momento de forma del año, un segundo gol en clarísimo fuera de juego de Adriano (aquí me paro, y rompo una lanza en favor de mi tocayo, Fermín el del banderín: da la impresión en el primer momento de que el defensa toca la pelota al portero al meter la pierna, cosa que no hace, y eso anularía el fuera de juego del brasileño) y clarísimas ocasiones para hacer un tercero o un cuarto.
¿A qué juega el centro del campo del Sevilla Fútbol Club? Maresca, ¿ha renovado y se ha tirado a la buena vida? Totalmente deplorable el estado de forma del Capo. Cuando quiere, es uno de los mejores mediocentros que se han visto en el Club. Cuando no quiere (y lleva bastante tiempo sin querer) es un auténtico cáncer para el equipo; su empeño de jugar para la galería, de dar el pasecito con el toque espectacular en el último momento, ralentizando el juego, fallando ocasiones clarísimas de gol, equivocándose en el pase.... Que vuelva el Capo, o que se vaya Maresca.
Los dos regalos del final, son de infantiles y cadetes: ¿En qué pensaban los centrales y Maresca al entrarle a Baraja?¿Qué hizo regalar la pelota a Romaric de esa forma tan sumamente estúpida a Mata en lugar de despejar?
Lo dicho, una caraja superlativa, que nos puede echar de la Copa del Rey sin merecerlo en absoluto. Bueno, sí que lo mereceríamos porque el fútbol es de los listos y hoy hemos sido los más tontos del mundo.

domingo, 18 de enero de 2009

38 puntos

Incontestable. Ya se pueden poner, los que se ponen siempre, como quieran. Nuestro Sevilla Fútbol Club ha igualado la mejor primera vuelta de sus 103 años de historia, a pesar de los agoreros, de los que veían que Manolo Jiménez era poco menos que un cáncer para la Entidad, los que decían que la planificación había sido un auténtico desastre y los que opinaban que al Consejo se le estaba acabando la fuerza. Básicamente, un mojón pa ellos.
El de ayer, fue un partido tremendamente extraño. Muchos esperaban un baño de juego y goles al Numancia, y es cierto que los últimos partidos contra el Deportivo de la Coruña invitaban a ser optimistas. Sin embargo, el equipo está nervioso en casa. No despliega el mismo juego que fuera, le quema mucho más la pelota y se traba bastante más. Cuando se sortearon los Octavos de Final de la Copa del Rey, les dije a mis amigos sevillistas que me alegraba muchísimo el jugar la vuelta fuera de casa. Prefería 100 veces tener que ir a jugármela a Riazor que tener que jugármela en el Ramón Sánchez Pizjuán. Y no me equivoque. Para averiguar los motivos, tenemos que hacer bastante autocrítica; la afición no es una piña con el equipo, al menos no como lo era antes, y, con el primer balón mal entregado o la primera jugada mal enlazada, comienza a ponerse nerviosa, y a transmitir nervios al equipo. ¿Tiene razón la afición? SIEMPRE. No me voy a poner a criticar a los que se han llamado sevillistas de finales o a los que sólo les vale ganar y arrasar, porque cada aficionado del Sevilla Fútbol Club siente los colores como quiere, y eso merece mi respeto. Otra cosa es que lo comparta o no lo comparta, pero eso es harina de otro costal.
El hecho innegable es que el equipo no juega con la misma soltura y tranquilidad dentro que fuera, y eso es un handicap gordísimo para nosotros. Lo que nos llevó a Champions y a pasar una eliminatoria detrás de otra (y llegar y ganar finales), fue nuestra fortaleza en casa, y esa hermandad total afición-equipo que siempre metía el primer gol u obraba una remontada contra pronóstico. Pero, ojo, que esta relación tiene que ser bidireccional y, si bien es cierto que la afición debería estar aun más si cabe con el equipo, la plantilla al completo debe darle algo más a la afición en casa. Tenemos un duro trabajo esta segunda vuelta.
Volviendo a lo de ayer, decía que partido extraño. El Numancia jugó muy bien al fútbol, cortando absolutamente la circulación de balón en el centro del campo del Sevilla, anulando a Renato y haciendo que fuera Duscher el que distribuyera. Las coberturas a Navas y a Capel fueron excelentes; el lateral siempre tenía un apoyo y provocaban que fuese muy difícil abrir el campo. La defensa sevillista estaba muy nerviosa (se hizo más sólida en el segundo tiempo con la salida de Squillaci), y provocó que el Numancia tuviese varias ocasiones clarísimas de gol. Aquí, debemos reseñar el excelente debut de Javi Varas, que fue el salvador del Sevilla en varias ocasiones, especialmente algunas al inicio del partido, cuando todavía no se había quitado el frío del cuerpo. Otra de Brit, que mandó a las nubes y una más recien comenzado el segundo tiempo, que volvió a salvar Javi Varas, pudieron poner a los visitantes por delante en el marcador. Seguramente, si en lugar de Brit, ahí hubiese estado un Agüero, un Bojan o un Raúl, estaríamos hablando de otro partido. Aviso a navegantes.
El Sevilla también tuvo las suyas: Capel, Kanouté una clarísima al final de la primera parte, Luis Fabiano, Chevantón (es importantísimo que vaya cogiendo minutos porque es el mejor fichaje que podíamos hacer para la segunda vuelta, si no, al tiempo),... La tónica del partido era una constante posesión del balón por parte del Sevilla, pero sin crear peligro evidente. Se movía la pelota con demasiada horizontalidad, ya que los huecos estaban muy bien cubiertos. El Numancia salía a la contra y fallaba en la definición.Tras la lesión de Kanouté (que, en principio, podrá estar ante el Valencia), se vio por qué el Sevilla está donde está. Podemos jugar mal, podemos crear poco juego, pero tenemos pólvora, mucha pólvora, y es difícil que, tras varias ocasiones claras de gol, no metamos alguna. Una vez más, Renato, posiblemente en el único momento en que lo dejaron sólo, recibe un pase de Navas en el área y cruza. 38 puntos. Incontestable.
Reseñar tambiél el partido de Mosquera, sin duda, el mejor que ha jugado con la elástica nervionense. Ayer tuvo el aliento del público, y demostró que, si el entorno se lo hubiese permitido, podría haber sido un buen futbolista para el Sevilla (gol bien anulado inclusive). Yo creo que Mosquera se va a ir, y además pienso que es lo mejor para él. Tras la experiencia que viene teniendo en Sevilla desde que llegó, sólo le queda una opción para desintoxicarse y volver a ser el futbolista que fue declarado mejor defensor americano. Tiene que irse, recuperar el nivel y, si Club y jugador lo ven conveniente, volver y demostrar que es barato comparado con el precio que se pagó por él.
En fin, que ahí estamos, terceros, empatados a puntos con un segundo al que le regalan partidos y que tapará su crisis institucional con los tradicionales mantecaos arbitrales. Mucho más mérito tiene por ende nuestra posición.
Esperemos una segunda vuelta igual de mala que la primera. Ojalá.

viernes, 16 de enero de 2009

Un dechado de.....compromiso.

Era lo que le pedíamos todos, y precisamente eso fue lo que encontramos: compromiso. Nuestro Sevilla Fútbol Club nos dio la de arena (o la de cal) el otro día, y mantuvo regularidad en el único aspecto en el que no la estaba manteniendo desde que comenzó la temporada. Tres partidos con el mismo rival, el que fue nuestra bestia negra muchos años y contra el que, prácticamente, contábamos nuestros enfrentamientos con ellos por derrotas, y tres resultados idénticos.
Ganarle aun Deportivo de la Coruña tres veces en una semana, con la solvencia y la suficiencia que lo hizo el Sevilla, es muy difícil. Muy difícil porque el Deportivo tiene un buen equipo, soportado en futbolistas jóvenes (Caparrós dejó una buena base de lo que debía ser el Depor post Super Depor), manejados por un Valerón al que el fútbol ha tratado injustamente en sus últimos años, porque es uno de los jugadores con más clase que ha pisado un campo de fútbol de España, y por un entrenador que nos tiene (tenía) cogida la medida. El Depor, además, venía de ganar 11 de sus últimos 14 partidos, y resulta que, pierde los tres últimos, además de forma consecutiva y jugando dos en casa. Señores, eso no es suerte.
Lo comenté en mi primer post de esta serie de partidos del Deportivo, en el que el juego del Sevilla Fútbol Club no me pareció ni tan bueno, ni tan efectivo como comentaban los medios. Es más, hacía un llamamiento a la entrega, el compromiso y las gónadas de este equipo, que demostraba su desidia en ciertos momentos de la liga, manchando cualquier amago de coraje e implicación.
Mi segundo post, tras la primera victoria en Riazor fue de incredulidad; había existido compromiso, muchísimo, y buen juego, y nos habíamos llevado 3 puntos vitales, aunque todavía era escéptico sobre si había habiado un cambio en la actitud del equipo, o había sido un espejismo, un arrebato de furia del que sabe que puede y que le están poniendo trabas, y saca casta como diciendo "cuidaito conmigo".
Hoy no me queda más remedio (menos mal) que decir que esto no ha sido una casualidad. No sé si será temporal o permanente (ojalá) pero ha habido un algo que se ha encendido en la plantilla del Sevilla Fútbol Club. No es ya la victoria tan sobrada, porque, desde mi punto de vista fue algo engañosa en cuanto al volumen de goles. Los centrales (y nos quejamos de Mosquera) que el otro día saca Lotina no funcionaron (aquí Luis Fabiano y Kanouté, aquí unos amigos), y cometieron errores del mejor Mino (visionad si encontráis algún video de este crack del fallo que vistió nuestra camiseta). De todas formas, el control del partido fue total por parte del Sevilla, salvo en unos minutos en los que Valerón (quién sino) se puso la casaca de crack y llevó cierto peligro y bastantes llegadas al área de Andrés Palop. Como decía, no era la victoria lo que me hacía estar contento, ni el pase a los Cuartos de Final de Copa del Rey (que también), sino que, de una vez por todas, vi a un equipo con alma en el campo, con jugadores entregados, que quería ganar, que querían jugar al fútbol. Era lo que se pedía, y es lo que nos han dado.
Grandísimo partido de Luis Fabiano, del que no sólo debemos ver los goles, sino como baja a recibir la pelota, que siempre la da con criterio y que tiene espíritu ganador. Capel se está rehaciendo del (gran) bache que ha pasado, Navas, en su línea, Romaric, corriendo por cada pelota (había que haberlo cambiado en el minuto 60) y Duscher dando uno de sus mejores partidos con la camiseta nervionense. Después, dos que merecen una mención aparte: Kanouté sigue demostrando lo que llevamos viendo en Nervión 4 temporadas, y es que es uno de los mejores futbolistas que ha pisado el Ramón Sánchez Pizjuan en los 103 años de vida de nuestro Club. Que hace falta un delantero, ahí está Kanouté. ¿Un lateral? Ahí está Kanouté. ¿Un tío que cree y distribuya? Pidánselo a él. Su dimensión como futbolista sólo se ve empequeñecida con su dimensión como persona. La otra, para Ernesto Javier Chevantón, que, por fin, reaparecía tras una larga (que no lo iba a ser tanto) lesión. Yo sigo manteniendo que Cheva, en forma, es un delantero óptimo para el Sevilla Fútbol Club, porque tiene cosas que no tiene ninguno de los demás, porque es pura entrega, lucha, y porque es muy bueno. Lo único que espero es que, entre lesiones y entrenadores gilipollas, le permitan mantener una línea constante en el equipo. Empezó jugando de delantero y acabó de portero (crack, Cheva), por la (injusta) expulsión de Palop, que volvió a dar detalles de lo que es: el segundo mejor portero de España.
Manolo Jiménez, dice la prensa, sale reforzado de estos 3 partidos. Se confunden. El que sale reforzado no es Manolo Jiménez, sino todo el Sevilla Fútbol Club. Porque Manolo Jiménez, como absolutamente todo menos la entidad, la afición y el escudo, será efímero, pero cada cosa buena que le pasa al equipo (y cada cosa mala) afecta a la estructura del Club, y se queda ahí, forjando su identidad a lo largo del tiempo. Yo sólo espero que, al menos, esto le de suficiente tiempo a Manolo para tomar aire, reponer fuerzas y seguir trabajando con algo menos de presión.
El fin de semana, toca el Numancia, al que, si ganamos, nos puede dejar con 38 puntos en Liga, es decir, exactamente los mismos que el Judas sacó en su primera vuelta de la grandísima temporada 2006/2007. Igual no es tan malo el mister, ¿no?

Pd--> Como he estado malucho, y me he retrasado en el post, reseño aquí la noticia de que Tom de Mul se va cedido al Genk (4º en la liga belga) hasta final de temporada. La lógica se impone, y un chaval de esta edad y con la enorme calidad que atesora el belga, no puede ser permanentemente suplente. Pero a ver quién es el guapo que quita a Jesús Navas. Me alegro por Tom, y tengo la casi total certeza de que no va a ser el único futbolista que se irá cedido a buscar minutos en otro club. Suerte, Tom.

domingo, 11 de enero de 2009

Ayer, quisieron.

Decía en mi último post que el Sevilla de este año no tenía señas de identidad. A mí, personalmente, el partido de ayer no me hace tragarme mis palabras, sino todo lo contrario: mantengo que este Sevilla no sabe a lo que juega.
Para los que se estén echando las manos a la cabeza, tengo una explicación: es imposible que un equipo despliegue el orden y la capacidad de sacrificio del partido de ayer en Riazor (apoyado sin duda por un Deportivo de la Coruña que bajó ostensiblemente los brazos tras el empate de O'Fabuloso), y después haga churros del tamaño de Génova, Mallorca o Sevilla contra el Osasuna.
Esto, me lleva a reafirmarme aun más en lo que dije el otro día, y que no es más que, lo que nos jode a los sevillistas no es el hecho de que no se consigan títulos o no se despliegue un fútbol brillante, sino el saber que, si el Sevilla quiere, puede. Ayer, quiso, y ni la cantada de Palop en el primer gol, ni la autoexpulsión de Maresca (que está tirando absolutamente el crédito que le había dado Jiménez tras el exilio al que lo relegó el Judas en su segunda temporada), pudieron con esa voluntad de ganar un partido que se había puesto muy cuesta arriba.
Ayer hubo un ganador absoluto, Manolo Jiménez, que está demostrando con números y con resultados, que es el entrenador más regular de la historia reciente del Sevilla Fútbol Club. Para los mal pensados y para los que gusten de leer dobles sentidos, cuando digo regular, hablo de constancia y de mantener una línea continua, no de mediocridad, aunque no comulgue con algunos de sus planteamientos futbolísticos. Como digo, ahí están los números, y los que se rasgan las vestiduras (y algo más) en cada partido del Sevilla, gane o pierda, deberían tirar de hemeroteca y ver la media de puntos de los últimos entrenadores del Club.
Como digo, incontestable en lo táctico el partido de ayer de Manolo Jiménez, haciendo apuestas arriesgadas, como poner a Adriano de lateral derecho (asusta ver que es el mejor lateral derecho que ha tenido esta temporada el Sevilla Fútbol Club) y quitando a Luis Fabiano del campo, con el consiguiente mosqueo del brasileño. Aquí me paro un segundito: se le da un bombo espectacular al rebote de Luisfa cuando lo cambian, como para hacer sangre y poner de manifiesto la tensión que hay en el vestuario sevillista. Todo mentira y propaganda. ¿No es normal e, incluso, sano que un futbolista se cabree cuando lo quitan? Eso denota implicación, ganas de jugar y de luchar. Creo que ha quedado más que demostrado que, el entrenador que mejor ha entendido a Luis Fabiano, ha sido Manolo Jiménez, y no digo desde que llega a Sevilla, sino desde que llega a Europa.
Kanouté es otro al que hay que echar de comer aparte. Una barbaridad el partido del de Mali, que demuestra con creces que es, con mucha diferencia, el mejor fichaje de medio campo para arriba que ha hecho la dirección deportiva del Club desde Davor Suker. Lo tiene todo: control, técnica, colocación, gol, llegada, implicación,.... Ayer le faltó el premio del gol, que, casi seguro, habría conseguido si Lopo (uno que tendría que haberse ido a la calle con roja directa), no lo hubiese placado en esa jugada casi al final del encuentro.
Además, buenas noticias, porque parece que Capel está recuperando el nivel que apuntaba en pretemporada, Renato sigue dándolo todo y Navas sigue siendo el mejor extremo derecha del continente, sin discusión. El centro del campo, mejor en la segunda parte; Romaric, fallón al principio, se entonó después, y de Maresca, ni una palabra más. Sólo espero que el Club tome medidas, porque no es la primera vez que se borra. San Andrés Palop, se rehizo (y de qué manera) del fallo en el gol encajado (compartido el fallo con un Squillaci que deja demasiado espacio a Bodipo), con dos paradones, uno a Sergio y otro a Lopo.
Poco más que decir, salvo que espero (esperamos) que el Sevilla quiera seguir jugando a esto el próximo día, otra vez, en Riazor. Si es así, seremos cuartofinalistas en la Copa del Rey, y jugaremos Champions la temporada que viene. Pero, como viene siendo habitual, todo será una incógnita hasta el último momento.

jueves, 8 de enero de 2009

¿ A qué juega este equipo?

Vengo leyendo a lo largo del día las diferentes crónicas y ciertas opiniones vertidas sobre el partido de ayer ante el Deportivo de la Coruña. Muchas son coincidentes, otras, incluso, más radicales: el Sevilla jugó un partido decente, pero no se llevó un buen resultado.
Yo creo que hay que matizar un poco (bastante) dichas crónicas y opiniones. ¿A qué llamamos jugar un partido decente? ¿A qué llaman estos periodistas y estos contertulios del sevillismo jugar bien? Llevamos oyendo hablar de lo estupendamente bien que lleva jugando el otro equipo de la ciudad toda la temporada, pero el probesito no gana porque tiene muy mala suerte, o porque su máximo accionista es mu malízimo, oye, pero loh shico juegan mu bien. Sin embargo, miras la clasificación (sigo siendo resultadista cuando me conviene), y loh shicos están los sextos por la cola a 4 puntos del descenso después de haberse jugado media liga. Con lo cual, la reflexión se hace evidente y clara, como una mañana de verano en Sevilla: una mierda como una casa están jugando bien. Si un equipo juega bien, tiene que ganar, porque si no, no lo está haciendo tan bien o no durante el tiempo suficiente durante un partido. Un día, un defensa de los más espartanos, bastos y faltos de técnica que ha tenido el Sevilla Fútbol Club, Cortijo, marcó un golazo en el Ramón Sánchez Pizjuán. Yo nos recuerdo, a mi padre y a mí, diciendo "¡No tires por Dios, Cortijo, no tires..."; pero Cortijo tiró, y marcó el gol de su vida. ¿Eso convirtió a Cortijo en Zidane? Evidentemente no. Cortijo tiró con calidad en un momento puntual de ese partido, pero eso no hizo que se convirtiese en un virtuoso del balón.
En el fútbol, jugar bien es jugar bien 90 minutos, al menos de una forma equilibrada dentro del partido. El Sevilla ayer no jugó bien el partido, tuvo 50 minutos de un fútbol decente, donde el equipo hizo lo que se le presupone que debe hacer con la plantilla que tiene, pero el resto del partido (el tiempo desde el inicio hasta el gol de Luis Fabiano y los 25 últimos minutos del partido) el Sevilla volvió a ser el Sevilla ramplón, vulgar y mediocre al que nos está acostumbrando esta plantilla.
Pero fijaos, que hay que hacer un matiz más: jugando como jugó el Sevilla esos 50 minutos, sin ser un fútbol brillante, sin desplegarse una batería de ataque y desborde excelsa, nos sobró para ningunear a un equipo como el Deportivo, que se está convirtiendo en uno de los gallitos de la liga y que es de lo mejorcito que hay en la zona media de la Liga española. Y esto, amigos míos, es lo que más nos jode sevillistas: no es el hecho de que el Sevilla no juegue como hace 2 años (mucho más espectacular pero mucho peor tácticamente y no ganábamos fuera de casa ni a tiros, oiga), ni que el Sevilla parezca que no va a ganar títulos, no, lo que nos jode a los sevillistas (al menos a la mayoría de los que yo conozco) es ver como nuestro equipo, si quiere, puede.
El problema es que el equipo no quiere. Y no sabemos por qué. Teorías puede haber muchas, y hay algunas que empiezan a sonar con fuerza. Unas buscan hacer más daño en la herida abierta, como es la de que los jugadores quieren hacerle la cama a Jiménez (que todo puede ser y si no que se lo digan a los jugadores del Tottenham y al Judas). La otra es que la preparación física este año deja mucho que desear, y esa, si fuese cierta (como ya comenté hace un tiempo) sí que sería muy preocupante. Y muchas más, posiblemente, tantas como sevillistas. Pero al final, todo se reduce a lo mismo: el equipo no quiere jugar al fútbol durante 90 minutos. No tienen referencias, corren como pollos sin cabeza, se mueren de miedo en cuanto el equipo rival adelanta las líneas, empiezan a jugar al pelotazo, pierden pelotas sin sentido, se descolocan en defensa... Se habla mucho de la culpa de Jiménez, que, sin duda tendrá su parte, pero ¿acaso ayer Jiménez es el timorato? ¿ No saca a Renato de MEDIOCENTRO, como pide la afición y sin quitar a delanteros? ¿Se podía sacar ayer a un mejor equipo (11 inicial y cambios posteriores) de lo que saca Manolo Jiménez ayer al campo? Pues, ayer, Renato es un cero a la izquierda, y es precisamente cuando sale por el (siempre) criticadísimo Maresca, cuando el Sevilla pierde el centro del campo y da el pasito atrás. No lo llaméis Jiménez, llamadlo Islero.
Hoy decía Palop que le gustaría ver a la afición más enchufada y yo le respondo: Campeón, a nosotros sí que nos gustaría veros enchufados en los partidos. Crespo, ponía algo de cordura y lógica: Cuando se da un paso atrás, fallan los jugadores. Fijaos en la coherencia aplastante de las palabras del canterano.
El sevillismo de verdad no exige títulos, exige entrega, exige sacrificio por una camiseta y profesionalidad (para aquellos que no la sienten y que son la mayoría) los 90 minutos de un partido. Exige una línea de juego, una identidad, como se tenía con Juande, pero también como se tenía con Caparrós, por poner dos ejemplos opuestos, pero totalmente claros. Hoy por hoy, no existe nada de esto en el primer equipo. Una vez más: no queremos buscar culpables, queremos SOLUCIONES.

martes, 6 de enero de 2009

El niño.

Érase una vez un niño que lo tenía todo. Venía de una familia con tradición, afincada en esa clase media cómoda, esa burguesía a la que aspiran el 99% de las familias de los países occidentales: dos hijos, adosadito en la playa y curro de 7 a 15 en una oficina de la caja de ahorros de turno.
Nuestro niño había sido un estudiante voluntarioso, que pasaba los cursos sin dificultad (aunque alguna vez tuvo algún que otro traspiés), pero que no solía estar entre los primeros de la clase. Su mayor reto año tras año, era sacar mejores notas que su hermano menor, y poner algún que otro bien alto o un notable al final del curso. Poco más.
Sin embargo, hay un punto de inflexión en la vida de nuestro protagonista: después de un par de años desastrosos, en los que se había perdido por malos caminos, influenciado tal vez por malos compañeros de viaje, y que además le había llevado a dilapidar gran parte del crédito (mediocre pero decente) que podía tener, nuestro niño tocó fondo. Su padre, que lo veía visiblemente tocado y que, con bastante clarividencia, pensó que podía perderlo definitivamente, pegó un giro brusco en lo que venía siendo su vida. Comenzó a inculcarle un sentimiento de orgullo que no había tenido nunca, o que, tal vez, no recordaba. Le dio valores, le dio unas guías vitales, lo apoyó cuando nadie creía en él y lo llenó de algo de lo que había carecido toda su vida: ambición.
Muchos reían al oir hablar a su padre de lo orgulloso que estaba de su hijo, de que ese hijo que las había pasado tan canutas, iba a acabar sus estudios, a sacarse una carrera, a tener un buen trabajo y a ser un ejemplo, no sólo ya para su casa, sino para sus vecinos y amigos. Lo llamaban loco y prepotente.
Más se reía él cuando años después sucedía lo impensable: su hijo, ese que andaba perdido y que era uno más, era de los primeros de la clase, se sacaba la carrera con nota, hacía dos masters, aprendía inglés y conseguía un buen trabajo. Y todo eso, sin haber ido a un colegio de pago, ni pagando cursos en los Estados Unidos, ni dilapidando fortunas y tirando el dinero en supuestos viajes de estudios, ni perteneciendo a familias con más apellidos que los años que lleva el Metro de Sevilla en obras. Todo eso con ambición.
Pero nuestro niño, que ya se había hecho un hombre, empezó a perder el norte. Ahora tenía responsabilidades, tenía experiencia, una formación envidiable, recursos... Pero empezó a carecer de lo que le había llevado donde estaba ¿Sabéis lo que es? Lo repito: ambición. Sin esa ambición, sin tener una meta superior, ganas de luchar y ganas de lograr objetivos, es imposible progresar.
Los mimbres están ahí: tenemos las licenciaturas, los masters, hablamos idiomas, somos altos y guapos, somos respetados y tenemos un buen trabajo. Pero hemos perdido las ganas de competir. Y la cosa está en que, ese padre que antes sabía cómo meternos la sangre en las venas, que nos aconsejaba bien en el camino y la dirección a tomar, y que sabía encauzarnos para optar a metas elevadas, no sabe bien lo que hacer. Se ha gastado dinero en más cursos, sigue dando discursos optimistas, cree en su hijo, pero la cosa no funciona como antes.
Igual es que el niño se ha acomodado, y prefiere ser un burgués comodón, sin preocupaciones, que se conforma con ver cómo a su hermano pequeño las cosas le siguen yendo mal o, simplemente, peor que a él. Si fuese así, su padre tiene la batalla perdida. Y sus amigos, los que lo apoyaron cuando estaba mal y artífices, también, de su ascenso a la élite.
El niño tiene que cambiar. No sé cómo ni en qué dirección, pero sí sé cuándo: ahora.
Del partido del Osasuna, no hace falta ni hablar ¿verdad?

sábado, 3 de enero de 2009

Vuelve el Sevilla Fútbol Club.

Como no soy muy de estas fechas, ni me gustan especialmente las navidades, no me voy a poner meloso y a hacer reflexiones positivas sobre lo bonito de las fiestas, usando palabras rimbombantes y parabienes diversos. Me limito a desear que todos hayáis tenido unas felices vacaciones y que hayáis hecho aquello que os haya producido satisfacción.
Después de unas (inmerecidas por mi parte) vacaciones, tanto futbolísticas como blogueras, nuestro Sevilla Fútbol Club, ese que, mientras que no se demuestre lo contrario, va segundo en la liga y se juega dentro de muy poquito su futuro en Copa del Rey, vuelve mañana a la Casa Grande del Fútbol sevillano, a la segunda Catedral de Sevilla.
Partido trampa, porque, si bien el Osasuna, gran enemigo otrora, está desarrollando el peor fútbol de la Primera División, tiene futbolistas interesantes, que pueden sacar un partido adelante. Además, estos periodos más o menos largos sin fútbol, sirven de revulsivo para estos clubes que están oliendo desde lejos el descenso, y, a su vez, meten relajación en los equipos que estaban concentrados antes del parón.
Además, mañana viviremos el que, para mí, es uno de los momentos más deseados desde hace varios años: la vuelta de Camacho al Ramón Sánchez Pizjuán. A algunos les dará igual y a otros (seguro que más de uno y más de dos) llevan esperando este momento muchos años. De hecho, ahora me pilla en frío, pero le he tenido infinitamente más ganas a este momento que a la vuelta del Judas. Judas es un pesetero, un impresentable sin palabra pero el daño que nos hizo fue más moral que real. Sin embargo, Camacho, el entrenador de mentira, ese que fue seleccionador nacional con menos recorrido que un caracol en una caja de cerillas, ese que dejó tirado a todo un Real Madrid dos veces y que ha demostrado una y otra vez su incapacidad para dirigir a equipos en competiciones regulares, nos hundió en la segunda división y demostró una falta de aptitud y de actidud indignas de un tipo que, como futbolista, había demostrado cosas meridianamente opuestas. De todas formas, es injusto echarle todas las culpas a Camacho de ello, porque fue uno más en la comparsa que fue el Sevilla Fútbol Club en esa temporada del 97.
Camacho aparte, hay que ganar al Osasuna, porque tenemos una gran oportunidad de seguir segundos y además desmarcarnos un poco de la apretadísima parte de arriba de la tabla. Hay enfrentamientos directos entre los rivales que nos siguen y todos no pueden ganar.
La lista, con Luisfa griposo incluído, es la siguiente: Palop, Javi Varas, Crespo, Squillaci, Escudé, Dragutinovic, David Prieto, Fernando Navarro, Duscher, Romaric, Maresca, Fazio, Renato, Jesús Navas, Diego Capel, De Mul, Adriano, Luis Fabiano y Kanouté.
A por ellos, que son pocos y cobardes.