Actualidad Sevilla Fútbol Club

domingo, 30 de noviembre de 2008

Desidia.

Cuando te viene un equipo como el Barcelona, tienes dos opciones: echarte a temblar y dar el partido por perdido o suplir la diferencia (bastante) de calidad con arrestos (léase cojones).
El problema es cuando el Barcelona, un equipo que tiene una plantilla de más calidad que el Sevilla, también le echa infinitamente más arrestos (vuélvase a leer cojones) que tú. Entonces, pierdes y haces el ridículo.
Lo de hoy ha sido toda una revelación, en cuanto a lo negativo, de lo que puede ser el Sevilla Fútbol Club esta temporada: por un lado, una primera parte decente, aguantando con entereza las acometidas de la marea azulgrana, y saliendo a la contra con algunas ocasiones claras. Un penalti que no fue, porque vino precedido de una mano de Kanouté y un tiro al larguero del de Mali, pudieron poner la igualada a un tanto de Eto'o, rondando el minuto 20, tras un fallo defensivo y mucha suerte. Lo del fallo defensivo, es una cosa que puede pasar y no sucede absolutamente nada, porque el Sevilla hizo méritos para empatar el partido, y, dentro de lo que podían ofrecer uno y otro equipo, la victoria parcial del Barcelona no era merecida. Un empate habría sido lo justo al final de los primeros 45 minutos. Otra cosa es lo de Eto'o; como bien dice mi amigo/hermano Luismi (er cabesa), el 99'99% de los delanteros del mundo, pillan esa pelota que trincó Eto'o y la mandan al segundo anillo del Ramón Sánchez Pizjuán. Pero se la das al camerunés y la mete por la escuadra. Y eso que no valía....
Con la segunda parte, llegó la debacle. Lo que molesta (léase jode mucho) no es que te metan dos goles más, lo que molesta es la actitud del equipo. Desde el primer minuto, literalmente, se veía por qué el Barcelona es el equipo que hace mejor fútbol del mundo, hoy por hoy, y por qué el Sevilla puede, si se lo propone, ser un equipo total y absolutamente vulgar. Sólo hay que ver la reacción de Messi, tras el saque de centro del inicio del segundo tiempo, corriendo hacia la pelota, robándola, y creando una ocasión, para darse cuenta de que no sólo es que sean tremendamente buenos, sino que además tienen entrega y ganas de ganarlo todo.
Todo, absolutamente todo en el segundo tiempo fue una muestra de falta de compromiso, desidia y derrotismo en el Sevilla. Con el escudo no se le gana a nadie, y muchísimo menos a un Barcelona que tiene más escudo y más arrestos (bis) que tú. Sería injusto no salvar de la quema a varios futbolistas que, al menos, pusieron corazón y ganas de no hacer el ridículo: Adriano se vació durante todo el partido, atacando y defendiendo; Kanouté, mucho más preocupado de bajar a recibir la pelota que de atacar, Squillaci y Mosquera también hicieron un partido decente. De hecho, hubo una bajón general cuando el francés se retiró por lesión, principalmente porque Messi, casi inédito hasta entonces, encontró el caldo de cultivo perfecto para destrozar nuestra apática defensa. El resto del equipo, en este segundo tiempo, directamente no estuvo. Nunca había visto al Sevilla salir tan sumamente derrotado, además, de una forma totalmente incomprensible, ya que, el juego desplegado en el primer tiempo, daba, cuanto menos, la esperanza de poder remontar el partido. La nada más absoluta. ¿Es culpa de Jiménez que el equipo haya salido así del vestuario tras el descanso? ¿Son los jugadores los responsables de que les haya podido el miedo y el derrotismo? En mi opinión, quién sea culpable, es lo de menos, porque lo que hay que buscar son soluciones. Si faltan gónadas, hay que hacer que los que estén las echen. Si falta plantilla, entonces habrá que buscar soluciones dentro o fuera del Sevilla Fútbol Club. De todas formas, al César lo que es del César: muchos aficionados critican a Jiménez por el mal juego de algunos futbolistas o porque (como es evidente) el Sevilla ha perdido algo. Por algo, podemos entender intensidad, velocidad, toque, creación de juego, etc... Pero señores, Jiménez entrena y pone lo que tiene, ni más ni menos. Igual los palos, si hay que darlos, tienen que ir para otro estamento del Club.
Igual que he resaltado jugadores que, en mi opinión, se salvan de la quema, hay dos casos que están en el punto meridianamente opuesto: Luis Fabiano y Capel. Lo de Luis Fabiano, si lo ha hecho (según decían en la radio, porque yo lo he visto en el campo y creo que ahí sólo lo vio el linier, no da codazo, sino que se revuelve y empuja, haciendo Busquets el teatro pertinente) es reincidencia. Este chaval no se entera de que hay cosas que no se pueden hacer en un terreno de juego, y menos a alguien que tiene los antecedentes y la vigilancia arbitral que tiene el brasileño. No es que la presencia de Luis Fabiano fuese a arreglar el desaguisado que se estaba viendo en el terreno de juego, pero, si se confirma la sanción (que conociendo el percal, aunque se vea en imágenes que no es más que un forcejeo y que Busquets hace teatro, se confirmará), nos va a dejar 1 o 2 partidos con 1 delantero, además del tiempo que tarda en coger la forma y los partidos que ya lleva sin jugar. Para hacérselo mirar y darle un toque serio, porque no es la primera vez que pierde los papeles. Lo de Capel es otra cosa: vergonzosa la actitud de este niño. Si algún futbolista representa toda la apatía de hoy en el Sevilla, ese era Diego Capel. Absolutamente vacío, ni en ataque ni en defensa, no corría, no se desmarcaba, no tenía ganas de jugar y ni intentaba ni quería intentarlo. Misterioso el estado de forma de Capel desde que empezaron a darle palos desde la capital por su estilo de juego con la selección española. Ha ido en picado, lesión aparte. Después de una lesión puedes estar torpe, fallón, sin ritmo, o pasado de vueltas, como Chevantón salió contra el Málaga, pero lo de Capel no es por la lesión, es 100% mental. Hemos visto bastantes estrellas en ciernes a las que, la presión mediática o el exceso de alabanzas, han dejado como muñecos rotos, futbolistas que prometían pero que después no llegaban. A Capel le han dado mucho azúcar este verano y hasta el cierre del plazo de fichajes; le dieron tanta azúcar que igual estaba un poco remontadito (ayudado siempre por su representante). Pero, de repente, empezaron a darle café amargo a palas, y Capel pegó un bajón. Ya tuvo un bajón parecido, poco después de que Caparrós lo hiciese debutar en primera. Igual Capel tiene que pensar muy mucho por qué está donde está y cuáles son los pasos que tiene que dar para no quedarse en la nada futbolística. Jugando como hoy, no tiene sitio en el Sevilla.
Me da miedo pensar que no hay más cera que la que arde.
De hecho, el problema no es que no haya más cera, sino que arde poco. Ardió poco contra el Málaga, contra la Ponferradina, contra el Standard, hoy contra el Barcelona.... Si el problema es que hay poca cera, Jiménez no tiene la culpa. Si el problema es que no sabemos encender la mecha, entonces el mister, tiene que tomar medidas, porque, en caso contrario, él es el que tiene problemas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy de acuerdo en todo. Creo que ultimamente lo unico que le podemos exar un poco en cara a jimenez es el no variar de sistema. A primeros de año, con Kanoute lesionado, nos fue bastante bien jugando con dos mediocentros, Renato de enganche y Fabiano arriba como unico punta. Ayer por ejemplo Kanoute tenia que bajar en ocasiones hasta la defensa para empezar a organizar el juego, cosa que para empezar no es su trabajo, pero que al tener que bajar tanto sobrecargaba el medio y anulaba a Maresca y Fazio. Creo que con Renato dentro de inicio y un solo punta habria sido mas acertado...pero claro esto lo digo el dia despues :P. Por lo demas creo k la derrota de ayer es completamente comprensible, el arbitro, por lo visto el penalty fue mano antes, no tuvo culpa ninguna. El Barça hoy día es el mejor de la liga española muy por encima de cualquiera y nos gano por eso, por que es mejor. Ya solo queda pensar que si nos da por ganar en el Bernabeu nos ponemos 4º...y eso que somos malisimos :D.

Unknown dijo...

El penalti no fue precedido de mano de Kanouté, sino que la mano fue a la vez y por causa del derribo, es como cuando te zancadillean y caes atrapando el balón; es falta y no mano.